Hoy, volviendo de La Plata, tuve la revelación de que existís. Sí, existís. Hasta hace unos días me golpeaba la duda sobre tu existencia, pero hoy sentí que estás por ahí en alguna parte de este país. Lo pensaba mientras volvía de una Jornada de Capacitación... El día estaba soleado, los árboles, los niños, adultos y los ancianos caminaban algo lento por el lugar, yo en cambio, caminaba apresurada por esas hermosas diagonales que posee la ciudad, fue en ese momento cuando me crucé con tres chicos. Uno de ellos caminaba tímidamente con una carpeta grande en la mano, creo que no me vio hasta que casi nos chocamos y me dio el paso. Este hecho tan insignificante se sumó a otro en donde luego de caminar y llegar hasta la parada subí al colectivo. No había muchos asientos disponibles, pero logré divisar uno y mientras me sentaba vi al chico más lindo del día. Él dormía en su asiento, parecía cansado, esto me distrajo porque empecé a pensar. Primero imaginé que él salía de la Facultad, luego (quizás por el buzo y el cansancio en su rostro) pensé que podría ser un obrero, ahora pienso que quizás volvía de la casa de su novia... Sea cual sea el motivo ese sentimiento que tuve al verlos, esas ganas de conocerlos más, me hicieron imaginarte.
Sos.
Tenés apuntes en tus manos.
La realidad no te da miedo,
porque poseés la seguridad de que tus acciones
la pueden modificar.
Te gusta tomar mate igual que a mí.
Preferís el otoño,
te divertís mucho en el verano.
Sos, realmente, simple
quizás por eso aún no te he encontrado
y siempre tenés una pulsera azul en tu muñeca.
Estás. Existís. Respirás fuerte. Caminás seguro.
Y el día en que mi inocencia te encuentre te mostraré este blog y todos los textos que escribo. Me explicarás porqué no nos habíamos encontrado antes y bailaremos, tomaremos, café.
Volveremos a esa ciudad.